domingo, 9 de junio de 2013

Raíces

Pensé que me marchaba de un lugar, pero se trataba de un ramo de incertidumbres. Proseguí el camino con inercia. Y los lugares que conocimos se desvanecen, se corrompen o nos defraudan. ¿Qué importancia tiene? A veces regreso porque me apetece regresar.

Pensé que me desgarraba del seno de alguien, pero sólo eran lazos suaves que hoy se desatan y se estiran hacia el cielo. El llanto se evaporó y de vez en cuando me llueven destellos de ese alguien dulce que pasó por mí.

¿Qué significaba entonces echar de menos y qué significa ahora? Un collage que nos ancla a un momento de nuestras vidas. El riesgo de tener una vieja nostalgia entre los dientes que me hace daño al morder lo que hoy me llevo a la boca.

Quiero construir una torre flotante que no me pertenezca e invitaros a esa no patria ni matria para hablar todos los sonidos que podamos articular. No soy un árbol; no puedo tener raíces y si no me muevo dejo de existir, aunque esté viva, aunque lata.

El único vínculo del que no puedo liberarme es esta lengua con la que torpemente intento traducirme. Son mis ojos y a través de ella interpreto el mundo. Es mi herramienta de trabajo y me alimenta el espíritu y el vientre. Supongo que es mi único hogar y sello de origen. Me gusta que sea así.



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