Sacadas del contexto íntimo de la clase particular e
individual, donde partimos sin programa a la aventura colaborativa, he aquí una
muestra aleatoria de palabras que he tratado de enseñar esta semana: pan,
proveedor, por favor, mujer, helado, bochorno, entrevista, cuándo. ¿Cómo decidir cuáles son las que necesita mi
aprendiente? Demasiada responsabilidad construir el universo léxico de esa
especie de tabula rasa que me mira
demandante de información. Trato de “enseñar a aprender”, como dicen las
consignas de moda, pero me cuesta obviar el rol del guía en todo esto.

He aprendido que damos herramientas que quizá nunca saquen
del bolsillo y nos guardamos otras porque tenemos que elegir. Porque elegimos
continuamente y censuramos y nos autocensuramos y seleccionamos su utillaje. Lo
que me ha provocado esta reflexión es el léxico, pero podría aplicar el mismo cuento a la gramática, la prosodia o la semántica.
¡Qué
obligación moral prepararse para tamaña Odisea!